Siempre quise que mi vida sea como una película. Siempre intenté que mi vida sea lo más parecida a Notthing Hill, pero por alguna razón ha llegado a parecerse mucho más a “Atracción fatal”. He sido stalker. Mucho antes de Facebook. Ahora, claro, todo el mundo puede seguir a alguien, mirar sus fotos y obsesionarse con aquella persona. Facebook es un lugar maravilloso donde uno puede dar rienda suelta a sus más horribles curiosidades de una manera más o menos anónima. No se me ocurre nada mejor que las fotos del viaje a Mar Chiquita de la tía de la nueva novia de tu ex.
He llegado a tener pensamientos bastante oscuros, no solo el típico: me tiro o no me tiro, una horrible noche de año nuevo en el balcón de mi casa. Digo situaciones más bien delirantes como estar en una situación post coital con un muchacho, él se va al baño y yo pensar seriamente en robarme el forro usado para quedar “accidentalmente” embarazada. Sí, esa era yo. O soy. No lo tengo muy claro todavía de cómo viene la mano. Lo que sé es que, ahora que estoy en pareja, la cosa esta mucho más tranquila. Porque ser una “overattached girlfriend” es mucho más sencillo y hasta tierno cuando una tiene a un otro que le avala sus delirios.
Cuestión que yo quería enamorarme. Locamente, descontroladamente. Prefería un amor no violento, educado, pero pasional y sensible y sobre todo con un humor similar al mío. Dada mi experiencia en el mundo masculino (hace poco brindamos por mi 10 años de garche, mazel tov para mí), las posibilidades de tener una relación mínimamente sana eran prácticamente imposibles.
Luego de un noviazgo en donde el alcohol, los cuernos y los vasos de vidrio volando por las cabezas eran cosa de todos los fines de semana, un hijo de por medio, 2 años de depresión, una obsesión con un pendejo y alguna que otra cagada, las cosas no estaban dadas para encontrar a un hombre decente. Yo quería a un Heath Ledger versión 1999, como en “10 cosas que odio de ti”, que se haga el malito, pero que no lo sea, que no le dé vergüenza hacer boludeces en público, pero que me deje brillar a mí, que esté buenísimo. Pero recordemos un par de cosas:
- Heath está muerto. Y aunque sabemos que esto puede generarte más morbo, falleció por una sobredosis. Exactamente lo que no te recomienda el doctor.
- Ya no tenés 16 años.
- Y no estás tan buena como para merecerte un Heath Ledger. Ni muerto.
Obviamente Heath no llegó y yo me tuve con conformar con sapos muchos menos interesantes. Igual de drogadictos, sí, pero sin “Can´t take my eyes of you” cantada desde las gradas.
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