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Historias, Peliculas

MUERTOS EN EL PLACARD

Estoy segura de que si le preguntas a mi mamá ella te va a decir que yo era la mala influencia entre mis amigas. Hay que reconocer que siempre tuve algún halo de niña precoz en mis venas, pero eso no me hacía ser una mala influencia. Creo. También mi mamá llegó a creer que era drogadicta. Mi relación con las drogas llegó a una temprana edad, y sí, supongo que ahora, a la distancia, ese hábito de consumir drogas recreativas probablemente no tenía un buen augurio. Sin embargo, yo estaba convencida de que las drogas no me iban a ganar. Sobre todo porque tuve, desde muy temprana edad, el entendimiento de que sólo era adicta a las personas. Hoy en día, intentando dejar el pucho, pongo en duda todas mis teorías. Pero en ese momento yo creía fervientemente que no era adicta a nada, y que podía tener una relación sana con las drogas.

La verdad es que ni me drogaba tanto. Capaz que para tener 16 años tomarse un par de pastis al año era mucho, pero créanme que no. Tenía amigas que se tomaban una pastilla de éxtasis por hora, más Popper, más anda a saber que otro invento sintético, un poco de keta, más alcohol. Entonces, yo era una santa al lado de ellas. Pero obvio que de eso mi mamá no lo sabía. Supongo que me drogaba para hacerme la canchera. Pero ni tanto, porque en realidad a mis amigas no les parecía muy copado y nadie lo hacía. Pero yo siempre tuve una imagen mía en la cabeza que no siempre concordaba con la realidad… y a mí el look “reventadita” me encantaba. No recuerdo cuándo no pensaba así, siempre lo hice. Ponele que drogarme de vez en cuando no era tan grave, el problema de verdad estaba en el tipo de hombres que me gustaban. A mí me gustaban los tipos drogones. Eso sí que estaba bueno, por lo menos para mi psicóloga. Una vez hablé sobra la cocaína con un amigo merquero y el pibe me dijo que los cocainómanos tienen muertos en el placard y que toman para olvidarse de esos muertos. Amé esa definición y comencé a entender por qué es que los drogones me gustaban tanto. Seamos claros, todos tenemos muertos en el placard, pero a veces puede ser el cadáver de un sapo, o una rata olvidada, una cucaracha aplastada, otras veces es toda una familia calcinada, o un par de niñas vírgenes tomadas de rehén. Nunca pude averiguar cuán grandes eran mis muertos, pero a mí me copaba la idea de averiguar los muertos ajenos. Así que se puede decir que me drogaba porque me copaba la idea de que el otro sea un drogadicto. O algo así.

La relación entre padres y adolescentes siempre son complicadas y la mía no fue una excepción. La historia era así: mi mamá venía a molestarme preguntándome cosas de la vida, yo me hacía la canchera y le mentía, mi mamá no me creía y me pedía la verdad y cuando le decía la verdad, ella no sabía qué hacer con eso. Cada vez que cuento esta historia se me viene a la cabeza una escena de la película “A few good men” de Rob Reiner con Jack Nicholson, Tom Cruise y Demi Moore.

Así que un día después de muchas preguntas sobre si fumaba faso, pucho o me inyectaba no sé qué cosa, le conté la verdad a mi vieja.

Mis papas suelen referirse a las drogas como “la falopa”. Así que cuando era más chica mi idea de las drogas eran más bien confusas. Yo pensaba que “la falopa” era algo que literalmente tomabas, como un té, como la ayahuasca o una aspirineta y que había una sola droga, la aquella llamada “falopa”.

Hace 10 años de esto. Supongo que por tener hermanos menores y otros conocidos fumadores asiduos de porro, mis viejos se fueron curtiendo un poco más.

Pero el tema es que en ese momento, a los 17 años, se me ocurrió hacerme la canchera con mi mamá y contarle qué era lo que consumía, total yo de verdad sentía tener una linda relación con las drogas. Obvio que a mi mamá no le cayó muy bien. Y ahí aprendí por primera vez qué significaba aquella frase de: “el pez por la boca muere”.

Lamentablemente para mí, la coyuntura no me favoreció en lo más mínimo. Un muy amigo de la familia, un par de años más grande que yo, estaba en rehabilitación por ser un famoso merquero. Mi vieja empezó a paranoiquearse que yo podía estar siguiéndole los pasos. A eso se le sumaba que mis notas en el colegio no eran muy envidiables y estaba saliendo con un tipo 14 años más grande que yo. Este era el cocktail ideal para mandarme a rehabilitación y así lo hizo. Pero antes rompiéndome la entrada de la Creamfields, regalo de mi cumple, en la cara.

Yo lloré y pataleé como nena de 4 años. Lo que más me daba era vergüenza, ya podía imaginarme estar una reunión de adictos:

Un tipo se levantaba y cuenta que se fue a pegar paco a la Villa 31, que lo violaron y casi no la cuenta.

-Hola, mi nombre es Micaela fumo porro una vez al mes, y cada 3 meses aprox tomo pasti.

Me podía imaginar cada una de las historias de mi grupo imaginario de Narcóticos Anónimos. Ok, creo que cuando pasó esto el paco no existía como tal, pero se entiende la historia. Y también es obvio que vi demasiadas películas y reality shows sobre drogadictos (Celebrity rehab con Dr. Drew es una de las mejores cosas que le pasaron a la T.V.)

Otra cosa que me daba vergüenza era la posibilidad de que me reconocieran.

No, no soy famosa. Pero yo ya había estado en ese centro de rehabilitación.

Había ido a un par de reuniones para amigos de adictos (y después de esa situación volví a ir varias veces más, por otros amigos)

Después me calmé un poco y lo pensé mejor: si me quejaba y hacía un escándalo para no ir, mi mamá iba a pensar que yo realmente tenía un problema. Mejor era fumarme una reunioncita con un psicólogo y ya. Yo sabía que no era adicta y que no, las drogas no eran un problema en mi vida. ¿Pero y si era y no lo sabía y me dejaban adentro? Miedo. Por suerte ese lugar era ambulatorio, así que en el caso hipotético de que el psicólogo del lugar llegará a creer que yo era adicta o loca, tenía el tiempo justo para volver a casa armar una mochila y dedicarme a la prostitución o cualquier otra actividad lucrativa.

Cuestión que fui con mi mamá a este lugar. Me acuerdo que no nos dirigíamos la palabra en ese momento y me hicieron entrar a una oficina donde el psicólogo me estaba esperando. El tipo era el primer filtro para saber si eras adicto o no, y en el caso de serlo, si tenías los requisitos necesarios para pertenecer al establecimiento. La conversación con el psicólogo fue así:

-¿Te drogás?

-No.

-¿Y por qué estás acá?

-Porque mi mamá cree que me drogo.

-¿Y tiene razón?

-Un poquito.

-¿Cuán poquito?

-Tome éxtasis 6 veces en mi vida, no compro faso, no conozco dealers, ponele que me fumo un cuarto de porro cada dos meses y una vez chupe un dedo con merca.

-Ok, no sos adicta.

-No, es lo que te estoy diciendo.

-¿Estas yendo a terapia?

-Sí.

-Seguí yendo.

Después siguió una lista de recomendaciones para que no caiga en las peligrosas garras de las drogas, pero yo ya había logrado mi cometido así que la mitad de las cosas no las escuché. Obvio que mi mamá no dejó de molestarme con el tema de las drogas hasta bien pasados mis 20, pero yo ya había aprendido la lección de no decirle demasiado la verdad. El plan no era mentirle, era dibujarle la realidad ¿no es eso lo que todo padre quiere? Escuchar lo que uno quiere escuchar. A mí me encantaría que alguien lo hiciera para mí. Después con los años la vida de pseudo drogadicta me dejó de parecer tan interesante, un mal viaje y la realización que hasta la hepatalgina me mareaba me hicieron un poco abstemia. Desde ya que el hecho de que yo no consuma drogas no significó que los hombres que si lo hicieran dejaron de parecerme completamente irresistibles.

Quiero hacer un top 5 de algunas películas sobre drogas. No quiero incitar a nadie ni a que lo haga ni a que no lo haga, pero acá hay algunas muestras de lo que puede pasar:

 

  1. LONDON, una película del 2005 con un Jason Statham con pelo, un Chris Evans del orto y una bella Jessica Biel. Todo el mundo está duro.

 

  1. BACHELORETTE, o Despedida de Soltera del 2012 con Kirsten Dunst, Isla Fisher y Lizzy Caplan. Salió un año después que “Bridesmaids” y todo el mundo pensó que estábamos en la misma onda. No. Mucho más honesta, mucho más cruda, muchas más drogas, mucho reviente y un poco bastante menos graciosa que su antecesora. Hay un antes y un después para Kirsten Dunst.

 

  1. A SCANNER DARKLY, dirigida por el grandioso Linklater con nada más y nada menos que Keanu Reeves, Robert Downey Jr. y Winona Ryder. Cuenta la historia de un grupo de policías experimentando con una droga nueva. Los efectos paranoicos de cualquier droga.

 

  1. AMERICAN PSYCHO, del 2000 con Christian Bale, mucho mejor y más impune que Batman. Yuppie desagradable, consumidor de merca, Xanax, éxtasis y porro. La vida no parece alcanzarle hasta que encuentra un objetivo que lo satisface mejor: matar.

 

  1. TRAINSPOTTING, 1996 de Danny Boyle. No existe lista de películas drogonas sin ésta. Cruel, cruda, nos hizo conocer el mundo junkie como nadie. El peligro de zarparse.

La relación entre padres y adolescentes siempre son complicadas y la mía no fue una excepción. La historia era así: mi mamá venia a molestarme y preguntándome cosas de la vida, yo me hacía la canchera y le mentía, mi mamá no me creía y me pedía la verdad y cuando le decía la verdad, ella no sabía que hacer con eso. Cada vez que cuento esta historia se me viene a la cabeza una escena de la película “A few good men” de Rob Reiner con Jack Nicholson, Tom Cruise y Demi Moore.

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Así que un día después de muchas preguntas sobre si fumaba faso, pucho o me inyectaba no se que cosa le conté la verdad a mi vieja.

Mis papas suelen referirse a las drogas como “la falopa”. Así que cuando era más chica mi idea de las drogas, eran más bien confusas, yo pensaba que “la falopa” era algo que literalmente tomabas, como un te, como la ayahuasca o una aspirineta y que había una sola droga, la aquella llamada “falopa”.

Hace 10 años de esto, supongo que por tener hermanos menores y otros conocidos fumadores asiduos de porro, mis viejos se fueron curtiendo un poco más.

Pero el tema es que en ese momento, a los 17 años, se me ocurrió hacerme la canchera con mi mamá y contarle que era lo que consumía, total yo de verdad sentía tener una linda relación con las drogas. Obvio que a mi mamá no le cayó muy bien. Y ahí aprendí por primera vez que significaba aquella frase de: El pez por la boca muere.

Lamentablemente para mi, la coyuntura no me favoreció en lo más mínimo. Un muy amigo de la familia, un par de años más grande que yo estaba en rehabilitación por ser un famoso merquero. Mi vieja empezó a paranoiquearse que yo podía estar siguiéndole los pasos. A eso se le sumaba que mis notas en el colegio no eran muy envidiables y estaba saliendo con un tipo 14 años más grande que yo. Este era el cocktail ideal para mandarme a rehabilitación y así lo hizo. Pero antes rompiéndome la entrada de la Creamfields, regalo de mi cumple, en la cara.

Yo llore y patalee como nena de 4 años. Lo que más me daba, era vergüenza, ya podía imaginarme estar una reunión de adictos:

Un tipo se levantaba y cuenta que se fue a pegar paco a la villa 31, que lo violaron y casi no la cuenta.

-Hola, mi nombre es Micaela fumo porro una vez al mes, y cada 3 meses aprox tomo pasti.

Me podía imaginar cada una de las historias de mi grupo imaginario de Narcóticos Anónimos. Ok, creo que cuando pasó esto el paco no existía como tal, pero se entiende la historia. Y también es obvio que vi demasiadas películas y reality shows sobre drogadicto (Celebrity rehab con Dr. Drew es una de las mejores cosas que le pasaron a la T.V.)

Otra cosa que me daba vergüenza era la posibilidad de que me reconocieran.

No, no soy famosa. Pero yo ya había estado en ese centro de rehabilitación.

Había ido a un par de reuniones para amigos de adictos (y después de esa situación volví a ir varias veces más, por otros amigos)

Después me calme un poco y lo pensé mejor, si me quejaba y hacía un escándalo para no ir, mi mamá iba a pensar que yo realmente tenía un problema. Mejor era fumarme una reunioncita con un psicólogo y ya. Yo sabia que no era adicta y que no, las drogas no eran un problema en mi vida ¿pero y si era y no lo sabia y me dejaban adentro? Miedo. Por suerte ese lugar era ambulatorio, así que en el caso hipotético que el psicólogo del lugar llegará a creer que yo era adicta o loca, tenía el tiempo justo para volver a casa armar una mochila y dedicarme a la prostitución o cualquier otra actividad lucrativa.

Cuestión que fui con mi mamá a este lugar, me acuerdo que no nos dirigíamos la palabra en ese momento y me hicieron entrar a una oficina donde el psicólogo me estaba esperando. El tipo era el primer filtro para saber si eras adicto o no y en el caso de serlo, si tenías los requisitos necesarios para pertenecer al establecimiento. La conversación con el psicólogo fue así:

-¿te drogas?

-No

-¿y por qué estas acá?

-Porque mi mamá cree que me drogo

-¿y tiene razón?

-Un poquito

-¿Cuan poquito?

-Tome éxtasis 6 veces en mi vida, no compro faso, no conozco dealers, ponele que me fumo un cuarto de porro cada dos meses y una vez chupe un dedo con merca.

-Ok, no sos adicta-

-No, es lo que te estoy diciendo

-¿Estas yendo a terapia?

-Si

-Seguí yendo

Después siguió una lista de recomendaciones para que no caiga en las peligrosas garras de las drogas, pero yo ya había logrado mi cometido así que la mitad de las cosas no las escuché. Obvio que mi mamá no dejó de molestarme con el tema de las drogas hasta bien pasados mis 20, pero yo ya había aprendido la lección de no decirle demasiado la verdad. El plan no era mentirle, era dibujarle la realidad ¿no es eso lo que todo padre quiere? Escuchar lo que uno quiere escuchar. A mi me encantaría que alguien lo haga para mi. Después con los años la vida de pseudo drogadicta me dejó de parecer tan interesante, un mal viaje y la realización que hasta la hepatalgina me mareaba me hicieron un poco abstemia. Desde ya que el hecho que yo no consuma drogas no significó que los hombres que si lo hicieran dejaron de parecerme completamente irresistibles.

Quiero hacer un top 5 de algunas películas sobre drogas, no quiero incitar a nadie ni a que lo haga ni a que no lo haga, pero acá hay algunas muestras de lo que puede pasar:

 

  1. LONDON, una película del 2005 con un Jason Statham con pelo, un Chris Evans del orto y una bella Jessica Biel. Todo el mundo esta duro.

 

  1. BACHELORETTE, o Despedida de soltera del 2012 con Kirsten Dunst, Isla Fisher y Lizzy Caplan. Salió un año después que “Bridesmaids” y todo el mundo pensó que estábamos en la misma onda. No. Mucho más honesta, mucho mas crudo, muchas más drogas, mucho reviente y un poco bastante menos graciosa que su antecesora. Hay un antes y un después para Kirsten Dunst.

 

  1. A SCANNER DARKLY, dirigida por el grandioso Linklater con nada más y nada menos que Keanu Reeves, Robert Downey Jr. y Winona Ryder. Cuenta la historia de un grupo de policías experimentando con una droga nueva. Los efecto paranoicos de cualquier droga.

 

  1. AMERICAN PSYCHO, del 2000 con Christian Bale, mucho mejor y más impune que Batman. Yuppie desagradable, consumidor de merca, xanax, éxtasis y porro, la vida no parece alcanzarle hasta que encuentra un objetivo que lo satisface mejor. Matar.

 

  1. TRAINSPOTTING, 1996 de Danny Boyle. No existe lista de películas drogonas sin esta. Cruel, cruda, nos hizo conocer el mundo junkie como nadie. El peligro de zarparse.

 

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